martes, 28 de agosto de 2007

Ella y Él o Él y Ella.


Ella quiso irse, él la detuvo con sus palabras que poco decían, se daba vueltas y vueltas. Ella subió al vagón, él igual, "se baja en la próxima estación", pensó ella. Él siguió de largo, como intentando remendar esfuerzos pasados de ella. No hablaron, sólo balbucearon. El tramo se hizo eterno. Él se sentía extraño, tenía ganas de llorar. En ese momento ella estaba con todos, menos con él. Por un momento se sintió mala, luego no. Ella no era ella, estaba en cualquier lado menos ahí, su cuerpo, como tantas otras veces, estaba vacío. Él tenía impulsos contenidos, le tiritaban las manos, y como muchas otras veces, los siguió conteniendo. Ella pensó que el explotaría, que de pronto él estaría regado a su lado, con los ojos disolviéndose por el piso. Pero no pasó, sorprendentemente no pasó. Ella se bajó, él la siguió, el momento era incómodo, él ya no sabía que decir. Y se abrazaron, o mejor dicho, él la abrazó. Él la beso en los labios, ella sonrió. El tiempo, distinto a otros momentos, sí contó los segundos. Y se fueron, con los ojos perdidos, con el estómago lleno de mariposas dormidas, y el cuerpo anestesiado, sin nada, o con mucho entre las manos.

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