Era el momento anterior a que se largara a llover,
soplaba el viento, los árboles se mecían, a veces violentamente.
Estaba tibio.
Algo me dijo a mi misma,
misma NO,
revolviéndose así todos mis interiores.
Me derretí como una babosa ante una línea de
"No traspasar" hecha de sal.
Afuera se desataba la tormenta
y para mi no era demasiado tarde,
dulces bálsamos abrazaban mi ser.
El consuelo de la diligencia parecía
semi-real.
Lentamente me acomodé,
enrollada en mi misma como una serpiente,
y así me entregaron las sombras,
a seguir el río.
"No quieras aferrarte de las algas, troncos o plantas submarinas,
no quieras",
dijeron.
dijeron.