domingo, 16 de abril de 2017

Alba




Ni todos los silencios de este mundo
podrán callar la mañana,
ni podrán esconder nuestra vulnerabilidad
ante el brillo filoso de la vida.

Sepulté tantos momentos en zanjas profundas, 
mi cuerpo decidió que era lo mejor,
que estaba bien no tener memoria de
mi balanceo en el borde de esa misma zanja,
al costado de un camino,
en el borde del techo de un edificio,
o caminando en mitad de la calle.

Crudo y ridículo contenido,
mi sombra sin forma,
inabarcable en este punto,
escurridiza, resbalosa, húmeda,
rebosante de histeria y tristeza,
tan pegajosa que se volvió otra piel.

Yo la pongo sobre el fuego
y la dejo retorcerse, gritar de dolor y de placer,
unos la ven siendo consumida,
otros la consumen.

Es el cuerpo vacío
sin lógica
reducido al repudio
de la mueca social.
No sé ser más que intensidades
que rebotan, se acercan
se alejan y vibran.

Collage etéreo y triste
de esas manos 
creando imágenes auto-destruidas 
de un cuerpo desconectado
que baila y
grita y
se ríe,
que amanece acurrucado 
como perro 
de la calle.



jueves, 23 de marzo de 2017

Clausura



No más collage de pieles
no más asociaciones, ni superposiciones
no más ensambles, ni enganches
ni acoplamientos.

Hoy soy el plomo que cae
en el medio de toda la ternura,
la boca rajada en señal de nada,
los ojos miran a otro lado.

Yo ya no soy yo
tengo mas nombres de los que puedo contar,
un cansancio inherente
y mucha hambre.

Mis monstruos quieren comerme,
el ruido les recuerda su hambre
y el hambre les remite a esta ausencia que habitan.

Disociación y distanciamiento
algo ocurre,
una guitarra suena sola en el espacio sideral,
suena para mí,
su ruido y mi ruido,
nadie puede escucharlo.




lunes, 20 de febrero de 2017

Humedad ambiental




Suenan y suenan los insectos esta noche,
todas las chicharras, grillos y ranas de este mundo.
La oscuridad es nuestra tierra
y la luz de la luna todo lo recorta,
lo amplía, 
la sensación es completa. 

Aquí mueren las ranas aplastadas 
en los días de tormenta,
ranas y lobos de mar que vomita el agua
que vomita la tierra,
para decirnos un mensaje de paz,
la que está en la muerte y es en nosotros.

Hoy la ausencia de la fórmula clásica,
reemplazada por una calma tan grande que me habita,
me hace experimentar este círculo abierto
en donde no existen las técnicas de anclaje,
ni maniobras de resucitación. 

Voy caminando hacia el mar,
el bosque, el viento y el cielo vienen conmigo,
se sobreponen unos a otros, como hologramas, y brillan,
los sonidos se mezclan,
vibra todo como electricidad.
Pasan las nubes, unas mas blancas,
otras con tormenta y todas bailan siempre,
todas juntas... Me traspasan y yo tirito.

Hoy no tengo tristeza, tampoco tengo alegría
es la amplitud que me acoge en su apertura,
carente de lenguaje programado estéril. 

miércoles, 11 de enero de 2017

Tiburón



Tuve un sueño a eso de las 7 am,
cuando desperté y volví a dormir un rato
–fue en ese rato–
hasta las 8:10 cuando sonó el despertador.

Venía un tiburón detrás de mi,
venía por mi, directo hacia mí..
No estábamos en el agua,
caminaba o corría
o algo parecido a eso 
en modo ralentizado angustioso,
yéndome de la playa, 
subiendo la colina.

Quería correr 
y la densidad de la atmósfera me lo impedía.
Me dejé caer deshecha, fatigada,
entregada a la muerte inevitable, la embestida,
y la vista fija en las enormes zancadas
que se acercaban a mi.

El tiburón lucía como un hombre
y no estábamos en el mar,
su rostro borroso, 
una oscuridad...
Nos íbamos y...
Se muere el sol de mi sueño
me               traspasa        los           ojos
me rindo y me desconecto,
rayos me absorben.