jueves, 31 de mayo de 2007

Rotación contra Traslación


Me dedico un rato a llorar soledades entre cuatro paredes. Unos ojos de perro me entienden mejor que los tuyos. Y siento que me estanco otra vez. Jamás me comí el mundo, pero quise hacerlo. Con el aire frío de mi boca intento romper dimensiones, nunca me resultó bien. Y me pica la garganta un poco, siento una cuerda en el cuello, que me aprieta, que me da una excusa para llorar un poco más. Me siento un cuerpo más, nada especial. Casi me quedo sin aire, casi siempre me muero en el intento, pero es sólo eso. Las marcas en las manos no desaparecen después de un baño, ni de un año, ni de una hora. Y todo lo inconcluso que esto se torna se queda esparcido en un lugar que ni siquiera existe, y ni siquiera existo, y el dolor no es real.

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