jueves, 12 de julio de 2012

Cuerpos cayendo como caen las hojas en otoño, cayendo de frío, de corazones rotos, cayendo a través de los años y son muchos años. Algo hace inevitable este romperse, este secarse, quedarse en mute con la expresión del grito, de la garrita del gato rompiéndonos adentro, rasgándonos los huesos. Ya son años de depresound juvenil post-estres traumático. Muchas cruces, muchas luces, muchos dientes afilados... y mientras intento convencerme de que el esperar no existe me inundo de piezas a oscuras, de envases rotos, de cuchiflís bañados en chocolate, ruda, N.N's, caricias en cuerpos que no deseo, virtualidades cochinas y falta de moral...Y así, entre la filosofía oriental, las piedritas del valle, el palo santo y los santos gatos me quedo pensando en esta situeichon de la que tanto he hablado, de la que todos sabemos somos víctimas y nos hacemos los post-modernos pidiendo aires hippies y amor libre. Al carajo todo, tengo mala cuea.

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