martes, 20 de julio de 2010


Las palabras desgastadas ya se han vuelto evidentes, redundantes, aburridas. Sensaciones asqueantes desde dentro hacia fuera, y desde fuera hacia dentro, y hacia todos, y nadie. Esa ambivalencia idiota del débil termina por siempre cansando a los dioses. ¿Qué hacer ante esta eterna sensación de mierda? Ese no poder convivir ni con uno mismo, el creer que alguien, o algo, o algun lugar podrá eventualmente reparar estas grietas, cuando la verdad es ya sabida, pero no aceptada. ¿Qué se busca exactamente cuando no se siente nada? Yo sólo miro al cielo y pienso que la oscuridad no es un lugar tan desagradable.

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