A veces cuando estoy quieta
puedo escuchar
cómo se mueven las sombras,
inspeccionando cada grieta
cada rincón...
Son rápidas,
son como flechas lanzadas
desde un arco de fuego,
buscando contemplar la eternidad en las heridas,
su apertura, la vulnerabilidad.
Trayendo la noche al día
recomencé la tarea de escuchar
las sombras, dejarlas sonar, ser ruido
en la eterna dicotomía de los opuestos,
su lejanía y sus trayectorias..
Y en el recuento de sus rastros
distinguí las muchas señales presentes,
como grandes distractores, –otra vez– en forma de
espejismos sensuales, carentes de substancia propia.
Estaba yo en el aniversario de mi desborde,
como la crecida anual del río que
se sale y lo inunda todo. Otra vez, sí, como un
círculo, rodeando el vacío.
Otra vez expuesta desde la carencia, la falta, lo ofrecido.
Muchas batallas perdidas, ya se ha extraviado
la conciencia, los himnos y los reconocimientos,
ya no se saborea el acierto.
Y de pronto basta, como quien quiere decir
realmente, basta.
Tijera en mano, es necesario cortar
las raíces que prolongan la vida
de aquellos brotes en mi contra.
Rituales de cambio, los sueños me hablan de la muerte
¿Desde dónde me observo?
Invocados y cargados,
todos los ojos muy abiertos.
La muerte cerca, el ciclo termina
y
comienza otra vez.
La muerte cerca, el ciclo termina
y
comienza otra vez.
1 comentario:
<3
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